Suele ocurrir. A veces, a pesar de nuestras mejores intenciones, gastamos más dinero del que deberíamos. Lo comprendemos. Al fin y al cabo, somos humanos. Gastar de más puede hacer descarrilar tu presupuesto más rápido que una bala, haciendo fracasar tus mejores esfuerzos de gestión del dinero. Sin embargo, un paso en falso no tiene por qué ser paralizante si sabes cómo recuperarte de un gasto excesivo. La clave para evitar los malos gastos reside en entender por qué se producen. Todo buen vendedor sabe que la mayoría de las compras, especialmente las no planificadas, están impulsadas por la emoción más que por la lógica.
Por ejemplo, puedes llegar a un concesionario sabiendo que necesitas un coche nuevo, pero sin saber exactamente qué marca y modelo quieres. El trabajo del vendedor consiste en evaluar sus deseos más íntimos y convencerle de que un coche determinado (probablemente más caro que el que piensa comprar) hará realidad todos sus sueños. Jugará con tus emociones, convenciéndote de que ese lujoso deportivo último modelo quedará tan bien en la entrada de tu casa que los vecinos sentirán envidia, la gente de la calle te mirará dos veces y tú te sentirás como un millón de dólares cada vez que te pongas al volante. Si te dejas llevar por tus emociones, lo más probable es que acabes comprando un deportivo cuando lo que realmente necesitas es un coche familiar.
Jugar al juego de las comparaciones es una forma de acabar gastando mucho más dinero del previsto, y a menudo lleva a tomar malas decisiones de compra. Es importante comprender que no es necesario "estar a la altura de los Jones" ni de nadie. Si tiene un presupuesto, que no es más que un plan para gastar su dinero, es menos probable que se deje llevar por sus emociones y se deje llevar por sentimientos como la envidia o los celos. A veces, las personas que tienen todas las cosas bonitas están muy endeudadas y, además, no poseen nada en propiedad. No te preocupes demasiado por lo que piense la gente; sólo tú conoces tu verdadera situación financiera, y podrías estar en mejor forma de lo que crees.
Cuando gastes de más, no te enfades. Ve el error como lo que fue y pregúntate qué motivó la decisión de gastar demasiado. Si entiendes cómo y por qué has gastado demasiado, podrás evitar que se repita. A veces compramos y gastamos cuando nos sentimos mal o bajos emocionalmente, porque comprar algo bonito nos hace sentir mejor (¡hasta que nos llega la factura!), y a veces gastamos demasiado porque estamos celebrando algo como un cumpleaños o una promoción. Una vez más, tener un presupuesto y ceñirse a él puede aliviar el impulso de gastar demasiado, porque uno sabe exactamente cuánto puede permitirse gastar. Los presupuestos nos dan la libertad de gastar con confianza, y si incluyes una categoría de "dinero para diversión", puedes celebrar cada mes, o dejar que esa categoría se acumule y tener dinero extra cuando te asalte el impulso de hacer una compra de celebración.
Uno o dos casos de malos gastos no significan que esté condenado a gastar más de la cuenta toda la vida. Considere su fracaso a la hora de ajustarse a su presupuesto como un peldaño, una lección en el camino hacia la libertad financiera, por así decirlo. El fracaso puede ser bueno, porque al menos significa que lo estás intentando. Si no tuvieras un marco presupuestario, no sabrías que has gastado más de la cuenta, ¿verdad? El éxito no llega solo, requiere esfuerzo. Si nunca intentas nada nuevo por miedo a fracasar, nunca experimentarás el éxito que deseas en tu vida financiera. Así que date un respiro, aprende de tus errores, desempólvate e inténtalo de nuevo. Tú puedes.