¿Sabías que la mayoría de los estudiantes universitarios viven fuera del campus? Aunque pienses que vivir en una residencia universitaria es lo normal, vivir en el campus puede ser estrecho, ruidoso y caro, y aunque algunos lo consideran parte de la experiencia universitaria, no es una opción práctica para la mayoría de los estudiantes. Algunas universidades exigen que los estudiantes de primer año vivan en el campus, pero a partir del segundo año los estudiantes de segundo año pueden elegir vivir donde quieran, aunque no todas las universidades exigen que los estudiantes vivan en una residencia durante el primer año. Si estás buscando maneras de ahorrar dinero como estudiante universitario mientras vives fuera del campus, tenemos algunos excelentes consejos para compartir que te ayudarán a mantener más dinero en tu bolsillo.
1. ¿No tienes trabajo? Aprovecha tu préstamo estudiantil Si los préstamos estudiantiles son la única fuente de dinero a la que puedes recurrir, hay formas de pagar la vivienda con ese dinero. Echa un vistazo a los propietarios privados en lugar de a los complejos de apartamentos, que pueden tener criterios estrictos para la aprobación, incluyendo un ingreso mínimo y una verificación de crédito. Si puedes alquilar una habitación, un apartamento o un dúplex a un particular en lugar de a una empresa de gestión inmobiliaria, tendrás más posibilidades de que te aprueben una vez que entiendan tu situación. Siempre puedes ofrecer un anticipo de algo más de dinero (dos meses de alquiler si te piden uno) para aliviar cualquier preocupación. También puedes tener un avalista en el contrato de alquiler, pero asegúrate de que puedes hacer frente a los pagos mensuales y no te arriesgues a que esa carga recaiga en el avalista, ya que podría ser perjudicial para vuestra relación. Puede que sea más factible compartir los gastos con un compañero de piso, pero asegúrate de que sea de fiar.
2. Economizar costes de transporte. No vivir en el campus suele significar perder la comodidad de ir andando a clase, pero aún así puedes ahorrar en gastos de transporte. Muchas universidades ofrecen transporte gratuito a los estudiantes, pero si tu universidad no lo hace, el transporte público suele ser la siguiente opción más barata. Si optas por coger el autobús hasta el campus, la compra de un abono mensual o anual te ahorrará dinero a largo plazo. Si estás lo suficientemente cerca como para ir en bici, puedes matar dos pájaros de un tiro haciendo tu ejercicio diario y ahorrando dinero en transporte. Si vas en coche al campus todos los días, tendrás que tener en cuenta los gastos de aparcamiento, gasolina, seguro, mantenimiento y reparaciones. Si es posible, evita los gastos de aparcamiento compartiendo el trayecto con otro estudiante, alternando días o semanas para no tener que conducir todos los días para ir a clase. Si eres el único que tiene coche y hay estudiantes que viven cerca, plantéate ser su "taxi" por un módico precio. Es una forma de que te ayuden a pagar los gastos de transporte y de hacer una buena obra al mismo tiempo.
3. Menores costes de entretenimiento. Aunque pases la mayor parte del tiempo estudiando, necesitarás una forma de relajarte. Puedes encontrar episodios de tus programas favoritos en el sitio web de una cadena concreta sin coste alguno para ti. Si tus padres, un hermano mayor u otro pariente o amigo tiene televisión por cable o una suscripción a un servicio de streaming, puede que estén dispuestos a dejarte usar su cuenta para ver la tele por Internet. Considera la posibilidad de comprar un cable HDMI para conectar tu tableta u ordenador a un televisor, de modo que no te veas limitado a ver la tele en una pequeña pantalla de ordenador. Cuando realmente necesites salir por la noche, consulta el boletín de tu campus o el centro universitario para ver anuncios de eventos gratuitos como conciertos, noches de cine y otras actividades que puedes disfrutar con amigos, sin gastar dinero.
4. Ahorra en comida. Aunque un plan de comidas del campus pueda parecer lo mejor, puedes ahorrar dinero comprando para ti mismo y preparándote tentempiés para llevar. Un pequeño recipiente isotérmico que quepa en tu mochila puede suponer la diferencia entre pagar $1,50 por un yogur pequeño en la tienda o $3,00 por ese mismo yogur en la cafetería. Los tentempiés y las bebidas que cuestan céntimos en la tienda te costarán $1-$5 en una máquina expendedora. Una pizza congelada del supermercado puede costarte $5-$6, mientras que esa misma pizza te costará el triple en la pizzería local. Un plato de tacos que cuesta $5-$8 en el supermercado puede repetirse en tu cocina por una fracción del precio, y además con sobras. Estos pequeños gastos se acumulan con el tiempo, y comprar para ti significa que no tendrás que buscar esos alimentos que te gustan, porque ya los tienes en tu cocina.
Si no sabes cocinar, considera la posibilidad de apuntarte a un servicio de reparto de comida a domicilio durante unos meses. Estos servicios pueden programarse para que lleguen una vez a la semana o cada dos semanas, y vienen con todos los ingredientes que necesitas para preparar una comida para dos o tres personas (comparte el coste con compañeros de piso y te saldrá superbarato), y tarjetas de recetas con minuciosas instrucciones de preparación paso a paso. Una vez que tengas una colección de recetas de las comidas que fueron un éxito, puedes dejar el servicio de entrega, comprar los ingredientes que necesitas en tu tienda de comestibles local y ahorrar dinero mientras vuelves a preparar las comidas utilizando las recetas que has guardado.
5. Aprende a vivir con un presupuesto. Una de las mejores formas de hacer que su dinero trabaje para usted es decirle adónde quiere que vaya con un presupuesto. El proceso es sencillo, pero elaborar un presupuesto y ceñirse a él le recompensará de muchas maneras. Utiliza estos porcentajes a la hora de elaborar tu presupuesto:
a. Vivienda y servicios públicos: 30%
b. Alimentos: 10%
c. Ropa/entretenimiento: 10%
d. Transporte (préstamo de coche y gastos): 10%
e. Seguros/Gastos personales: 20%
f. Reembolso de préstamos/ahorro: 20%
Vivir fuera del campus es una forma estupenda de disfrutar de más independencia, tener más control sobre tu entorno doméstico y prepararte para hacer la transición a vivir de forma independiente una vez que te gradúes y entres en el mundo laboral. Piensa en lo preparado que estarás después de vivir por tu cuenta fuera del campus, vivir dentro de tus posibilidades presupuestarias y aprender a hacer la compra y preparar las comidas de forma económica. Si estás cansado de la vida en las residencias universitarias, con sus habitaciones estrechas y sus vecinos ruidosos, vivir fuera del campus puede ser la opción adecuada para ti. Sólo tienes que asegurarte de planificarlo con antelación, plasmar tu presupuesto en papel (hay muchas aplicaciones para el móvil que te facilitan el seguimiento de tus gastos) y prepararte para cambiar un poco tus hábitos de consumo para que tu dinero trabaje a tu favor cuando disfrutes de las ventajas de vivir fuera del campus.